En Génesis 1 Dios estableció el día y la noche. El día fue creado para ser activos y producir y la noche para reflexionar y descansar. Toda actividad se desarrollaba en la presencia de Dios en el jardín del Edén, en paz y bienestar. Pero todo cambió drásticamente cuando se le dio lugar al pecado. Es historia conocida las consecuencias que vinieron: nervios, engaño, competencia, estrés, temores, necesidades, fracasos, depresión y afán, entre tantas otras cosas.
Dios dice en Mateo 6:34 que no te afanes por nada: “Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal”.
No hay garantía de nada en este mundo, si queremos pasarla bien puede venir el mal, si queremos algo mejor, puede resultar que empeore y viceversa también. Nada es seguro y alguien dijo como respuesta “A Seguro lo metieron preso”.
Lo único seguro en la vida, es lo que proviene de Dios. Su palabra escrita está hoy y siempre para que la podamos tener en cuenta. El solo hecho de creerla y querer ponerla por obra produce soluciones, respuestas, acciones y bendiciones que provienen de Su poder.
Hoy no te afanes por lo que quieres conseguir. Dios te dice:
• Que tus peticiones son conocidas. (Filipenses 4:6)
• Que tiene cuidado de ti (1° Pedro 5:7)
Te invito a creer en Su palabra más que el argumento de tu afán y el resultado será paz y seguridad.
Oración: Señor, no quiero que el afán por cosas que no tengo y quiero me gobiernen. Quiero entregarte hoy y todos los días, mi vida presente y futura, porque Tú tienes cuidado de mí. Tu palabra lo dice y así lo creo y declaro. En el nombre que es nombre sobre todo nombre, Jesús, amén.